Si bien no existe una tabla propiamente dicha que recoja los distintos niveles de toxicidad de los conservantes utilizados habitualmente en productos en contacto con el ojo, sí disponemos de bibliografía suficiente como para poder establecer ciertos criterios de calificación de la toxicidad de algunos de estos conservantes.
Antes de fijar estos criterios conviene aclarar que la toxicidad de un componente viene también definida por la cantidad utilizada en el preparado; así, ciertos conservantes pueden resultar muy tóxicos en concentraciones muy altas y ser inofensivos en bajas concentraciones. La clave está en definir cuál es la cantidad necesaria para que el conservante cumpla su función y en qué medida esta cantidad puede ser tóxica.
Según esto podemos definir tres categorías:
En esta categoría podrían incluirse conservantes como el Timerosal y el Cloruro de Benzalconio (BAK), ya prácticamente desaparecidos de las formulaciones destinadas a entrar en contacto con el ojo.
En este grupo aparecen conservantes como el Policuaternium y la Polihexametilenbiguanida (PHMB). Su eficacia y seguridad está avalada por ensayos de seguridad biológica que demuestran que no son citotóxicos, ni irritantes. Resultan muy eficaces en cantidades muy bajas y por ello se llevan utilizando en formulaciones que entran en contacto con el ojo desde hace décadas con muy buenos resultados.
Se incluyen en esta categoría el Clorite y el Peróxido de Hidrógeno, que tienen una eficacia muy alta y resultan inocuos en pequeña cantidad porque desaparecen al entrar en contacto con el ojo.